A 20 años del estreno de la película Matrix, donde se planteaba que la humanidad era prisionera en una realidad simulada, considero hoy en retrospectiva, que esta película ha sido lo más cercano que hemos llevado al público en general a conocer su verdadera condición humana. Porque en efecto: Vivimos en una simulación.
La realidad es transmutable y es por medio de nuestra interacciones con ella, ya sea por acción u omisión, que le damos contexto y significado. Desde el momento en que somos concebidos cambiamos la realidad. Por lo menos para las personas directamente involucradas con nuestra concepción y sus familiares. Sin importar si legalmente seamos definidos como un humano con derecho a la vida o un grupo de células sin importancia, el simple hecho de existir, genera una cadena de acciones por parte de nuestros progenitores que en cierta forma cambian la realidad y el mundo en su entorno.
Todas estas acciones u omisiones tienen un mismo génesis en el pensamiento racional, que se define como pensamientos lógicos y consistentes con la realidad, es decir que se apoyan en experiencias y hechos comprobados sin distorsionar ni exagerar.
Entonces, acaso no es este tipo de pensamiento más que una simulación informada de la realidad?
Absolutamente todas nuestras acciones, inclusive las que adjudicamos al instinto, comienzan con una simulación (consciente o inconsciente) de la realidad en nuestros pensamientos. Recibimos información de todos los sentidos y en base a ellos formulamos la simulación tratando de ser lo más fidedignos posibles. También recibimos información de nuestro organismo, su funcionamiento y sus necesidades, con las cuales hacemos breves simulaciones de lo que podría pasar si las atendemos o las ignoramos. Sumada a esta información sensorial, la experiencia previa en situaciones similares, más cualquier dato o hecho comprobado por parte de otro simulador (es decir otra persona), podemos entonces tomar la decisión de actuar de la manera más eficaz para lograr el objetivo.
Sin embargo muchas veces estas simulaciones no son perfectas. Están plagadas de errores y desinformación provenientes de pensamientos irracionales, es decir pensamientos inconsistentes con la realidad, viciados con creencias centrales negativas acerca de nosotros mismos, los demás y de la vida en general.(Ver: Pensamiento racional v.s irracional.)
Indiferentemente de nuestra capacidad de pensamiento racional, no cabe duda que vivimos en una simulación. La realidad solo existe cuando la observamos detenidamente y actuamos en ella. El resto del tiempo todo es un supuesto en nuestras mentes. Desde que nos levantamos entramos en la simulación. Conscientes o no, simulamos qué pasaría si dormimos cinco minutos más? Qué pasaría si no desayunamos? Incluso nos arreglamos y nos vestimos de acorde a la proyección de nosotros mismos que deseamos dar a otros simuladores y así, en un instante tomamos acción en base a todas estas predicciones.
Una vez la simulación haya dado un resultado satisfactorio en nuestra imaginación, nos volcamos a la acción, muchas veces en modo automático, cuál brazo mecánico en una planta de ensamblaje.
Estamos cautivos en esta realidad simulada y no podemos escapar del simulador. Es más, la mayoría de los problemas mentales que asedian la humanidad hoy en día tiene como principal raíz patológica la deficiencia del individuo en generar simulaciones coherentes. La ansiedad y la depresión por ejemplo, que aunque tienen sus componentes biológicos, su principal síntoma es la alteración de la realidad por medio de falsas simulaciones.
Y es que las simulaciones no solo las utilizamos para predecir el futuro y tomar acciones en base a estas expectativas. También simulamos en retrospectiva, pensando en lo que hubiera pasado si hubiéramos actuado de una manera distinta a la que nuestra simulación inicial nos sugirió. Entonces la ansiedad no es más que un exceso de simulaciones sobre el futuro donde todo es posible y como los resultados positivos no requieren más simulaciones, nos enfocamos en los negativos. La depresión por otro lado, es en parte la simulación excesiva del pasado negativo que hemos experimentado, que causa proyecciones negativas hacia el futuro generando en sí un ciclo vicioso.
Nuestra capacidad de simular la realidad no es uni-dimensional. Podemos simular un sin número de realidades con infinitas posibilidades y resultados. Pero tenemos el compromiso para nuestra propia sobrevivencia, de simular la realidad a su representación más detallada y fidedigna posible. Esto es muy fácil cuando se trata del mundo material inmediato en nuestro entorno. Sin embargo cuando pasamos al mundo de ideas e información, dependemos de otros que nos simulen la realidad ya sea en otras partes del mundo, en las ciencias y hasta en criterios y creencias sobre nosotros mismos y los demás. Esta dependencia de otros para crear simulaciones consonas se vuelve un arma de doble filo que se ha estado utilizando para cambiar la realidad en favor o perjuicio de algunos. Fake news, Antivaxxers y flat-earth society son algunos ejemplos de cómo se utiliza esta dependencia para crear simulaciones erradas en el público.
A diferencia de The Matrix, nosotros no podemos escapar de la simulación. Nuestra capacidad de imaginar escenarios a priori ha sido clave en nuestra sobrevivencia y esta habilidad está tan engranado en nuestra psique que muchas veces pasamos más tiempo en la simulación que llevando a cabo las acciones por la cual simulamos la realidad desde un principio.
Es por esto que para darle sentido a la simulación hay que actuar. Salir del efímero mundo virtual de nuestros pensamientos a acciones concretas que cambien la realidad y el mundo.
Muchos poetas y filósofos han sugerido esto a lo largo del tiempo en sus escritos. Algunas citas de ejemplo:
Sé el cambio que quieres ver en el mundo ― Ghandhi
Eres lo que haces, no lo que dices que vas hacer ― Carl Jung
El más pequeño acto de bondad vale más que la más grande intención de caridad ― Kahlil Gibran
Así que propóngase a actuar. Salir de la simulación al mundo real que tanto nos necesita. Hoy más que nunca urgen activistas, emprendedores, agentes de cambio e influencers de calidad que den el ejemplo con sus actos a las nuevas generaciones.
En esta simulación, todos somos Neo.
Es tu decisión despertar o no.